Obituarios de un no-país — video a Alejandro Aguilar

miércoles, 23 de marzo de 2016

MEMORIAS DE ITALIA

Edgardo Malaspina

IV
  En la madrugada observo desde el balcón el jardín que rodea el hotel. Hay un silencio absoluto, extraño y misterioso. Es la misma ciudad, cuya historia no se puede conocer sin asociarla a hechos ruidosos, sangrientos, tumultuosos. Enfrentamientos bélicos, conquistas, intrigas palaciegas, pugnas familiares impúdicas e inmorales por el poder, vesania con sangre real, patricios, plebeyos ,los senadores clavando sus puñales sobre el cuerpo de César ,la algarabía de la turba enardecida en el circo…Todo cruza mi mente en una mezcla de cine y lecturas en la vigilia del parque inmóvil.
A las seis de la mañana los pájaros cantan, pero no veo ninguno. Salgo. El rocío se siente en los zapatos ; aquí, el crujir de mis pasos; más allá, un  rumor de aguas . Un cuervo grazna sobre un pino. El manto de los olivos cubre el camino de rosas blancas. Unas tupidas enredaderas son las fronteras del hotel.
Saludo al vigilante. Se llama Alfonso . Alimenta a unos gatos que están a su alrededor con aspecto callejero, mientras comenta que la ley los protege.
-Los animales merecen respeto, dice, y agrega: Roma es una ciudad tranquila. Está urbanización se llama Fuente Maravillosa. Aquí viven los ricos. Estamos cerca de la Vía Apia…
 La Vía Apia es la construcción que simboliza la grandeza romana en materia de caminos. Sirvió a los romanos  no sólo para triunfar en encuentros bélicos importantes, sino también para derrotar a los pantanos palúdicos , expresión redundante porque paludismo en latín evoca a los pantanos ( cuyo otro nombre en italiano es malaria: mal aire , ) que antiguamente cubrían el sendero. Ambos términos, como se nota, surgen entre los romanos y relacionan la etiología de la afección con algunas emanaciones perniciosas. No eran tiempos de pensar en mosquitos.
  Las laderas de la Vía Apia se convirtieron en  la última morada de los esclavos derrotados que acompañaron a Espartaco. Fueron crucificados.


V
 Hoy recorrimos las calles de Roma; tal vez tuvimos un orden en nuestro paseo, pero en mis recuerdos  reina el caos. Las termas de Caracalla no sólo era un espacio para la diversión, sino también una fuente para mantener la salud, cuya triada en el mundo grecorromano la conformaban la higiene, las dietas y el ejercicio físico. Los baños calientes y fríos tomados en las termas de Caracalla eran un mecanismo para fortalecer las defensas del organismo al aumentar su capacidad de adaptación. El Circo Máximo , construido en el lugar donde fueron raptadas las sabinas, recuerda las carreras de carros, pero también la forma primitiva de conformar una familia, la guerra  entre romanos y sabinos y su reconciliación, hechos que simbolizan la paz como destino final de odio entre los pueblos.
 El Palatino , legendaria morada de Remo(754 a.C),  luego residencia de Augusto y  de los reyes que le sucedieron. Augusto se hizo amigo de los médicos después que Antonio Musa  trató exitosamente sus padecimientos de reumatismo(10 d.C). Como Musa además de médico era botánico, Carlos Linneo usó su apellido para denominar a la familia de vegetales parecidos al plátano (Musa Paradisíaca).
El Foro, el templo de Hércules y la Fortuna son apenas fugaces visiones llenas de historia. La Colina del Capitolio, en cuyos terrenos se encuentra la Roca Tarpeya, alegoría del fin de los traidores: la romana Tarpeya colaboró con los sabinos en contra de su gente, siendo despreciada por ambos pueblos en pugna y arrojada desde la roca que lleva triste y vergonzantemente su nombre. El teatro de Marcelo, construido en honor de Marco  Claudio Marcelo, sobrino de Augusto, quien murió (23 a.C) con sólo 19 años de edad de una enfermedad sospechosamente parecida a un envenenamiento. Cruzamos la Vía del Corso y llegamos a la Plaza Venecia que alberga las ruinas del Ateneo de Adriano, quien en el 118 d. C liberó a los médicos del servicio militar. La Columna de Trajano, la Basílica  de San Juan de Letrán, la primer iglesia del cristianismo,los restos de la Basílica de Constantino. La leyenda afirma que enfermó de lepra y el paganismo aconsejaba bañarse en la sangre de tres mil niños, cuyas madres pidieron clemencia. San Silvestre se le apareció en un sueño y lo curó, motivo por el cual se convirtió al cristianismo.  Las murallas aurelianas para defender la ciudad de los bárbaros. La  tumba-pirámide de Cayo Cestio, quien la mandó a construir en tiempos de la egiptomanía que envolvió a Roma tras los escándalos de Cleopatra.

  En El Vaticano, desde la Plaza de San Pedro, nos señalan las ventanas papales. Están cerradas, y eso significa la ausencia del Sumo Pontífice.
 En La Capilla Sixtina la gente recorre  su pequeño recinto  y habla en todos los idiomas. Cuando el volumen de las  conversaciones aumenta tanto que no se escucha nada, entonces uno de los vigilantes  de la Gendarmería Vaticana con su elegante vestimenta religioso-policial, pide silencio con un fuerte grito en inglés: sailen plis. Natalia y yo nos sorprendemos y no podemos evitar una sonrisa por no soltar una irrespetuosa carcajada.
 Una señora está sentada y cambia el pañal del  hijo que carga en sus brazos. Disimuladamente coloca los desechos debajo del banquillo. Lo divino y lo profano juntos; la beatería y la hipocresía dándose la mano en la más famosa y sagrada de las capillas del cristianismo, casi frente a Dios y totalmente en presencia de las magníficas  obras pictóricas de  los semidioses Miguel Ángel, Rafael y Botticelli.

Entramos a la Basílica de San Pedro  donde está enterrado el fundador de la Iglesia y primer papa. Su tumba y la  de Juan Pablo II son las más admiradas. Eso me parece.
En el Coliseo o Anfiteatro de Flavio, espacio para el ocio del pueblo romano, recorremos los pasillos  entre grandes bloques de piedra. En una de esas paredes, en su parte más alta, está dibujado un gran pene sobre un arco o fornix. Durante los espectáculos las prostitutas recibían a sus clientes bajo esas bóvedas ; y de fornix, fornicar.
 Observamos las ruinas del Coliseo: el suelo de madera, el cual se cubría de arena para los combates, está cortado especialmente para dejar ver el subsuelo, donde se alojaban las fieras. La escuela de gladiadores, llamada Ludus Magnus, estaba unida al Coliseo por un pasaje  subterráneo, a través del cual se trasladaban los combatientes hasta la arena. Me imagino a Galeno, en el siglo II, socorriendo a los gladiadores heridos. A pesar de que  Galeno hizo sus descubrimientos anatómicos y fisiológicos  en animales es muy probable que haya comprobado sus experimentos estudiando las heridas graves de sus pacientes luchadores.
 El Anfiteatro de Flavio se popularizó con el nombre de Coliseo porque muy cerca estaba una estatua gigantesca o colosal de Nerón, el emperador que temía ser envenenado y por eso agregó a la poción de Mitrídates  carne de víbora porque las mismas no mueren con su propio  veneno, suponía. Mitridatismo o resistencia  a los venenos es un término proveniente de Mitrídates IV, rey del Ponto (120-63 a.C), enemigo de Roma. Tomaba mezcla de venenos en pequeñas cantidades diariamente para obtener inmunidad y no pudieran envenenarlo. Cuando fue vencido no pudo suicidarse con veneno, método usual para evitar la humillación de la derrota. Se clavó una espada.

 Llegamos hasta la iglesia de San Pedro encadenado construida en el 442 .Alberga las cadenas que llevó San Pedro por nueve meses antes de ser crucificado con la cabeza abajo, por deseo propio al considerarse indigno de morir como Jesús, en el año 67. Aquí está también el mausoleo de  Julio II, el Papa guerrero, constructor de la Basílica de San Pedro ; y el Moisés de Miguel Ángel.

Nuestra última visita por hoy es a la Basílica de Santa María la Mayor, un verdadero compendio de historia, construida por Sixto III para rendir homenaje a la Virgen María como Madre de Dios. Nestorio, Patriarca de Constantinopla (428) decía que María era la madre de Jesús, pero no de Dios. Esa afirmación escandalosa fue considerada una herejía por el Concilio de Éfeso en el 431. Nestorio fue expulsado de la iglesia y María fue declarada Madre de Jesús y de  Dios también. Para ratificar esa doctrina mariana se construyó la Basílica. Este conflicto religioso se reflejó en la historia de la medicina: Nestorio y sus seguidores expulsados fueron perseguidos y por eso emigraron a Persia y Mesopotamia, allí  trabajaron en labores sanitarias y enseñaron la medicina griega. Tradujeron a árabe a Hipócrates, Galeno, Dioscórides (padre de la farmacología), Oribasio y Pablo de Egina, destacados médicos de Bizancio.

En esta Basílica hizo su primera Misa San Ignacio de Loyola en 1538;  se encuentran los restos del pesebre donde nació Jesús, según la leyenda; las tumbas de varios papas y la de Paulina Bonaparte, quien estando en su lecho de muerte en 1825 se vistió con su mejor traje y pidió ser enterrada entre Sumos Pontífices. No quería ser menos que su hermano, parece ser.

martes, 1 de marzo de 2016

La Reina del Guaguancó

Arturo Alvarez D’Armas*


La popular y apreciada cantante cubana Celeste Mendoza, nació el 16 de abril de 1930 en el barrio de Los Hoyos de Santiago de Cuba.
     A los 13 años viaja a La Habana; tiempo después se presentó en el programa de aficionados de CMQ Radio, cantando El Marañón, de Julio Cuevas, y triunfó. Trabajó en el Tropicana bajo la dirección de Rodérico Neyra y Rodney. En 1953 debutó en el famoso programa de televisión “Esta noche en CMQ”, dirigido por Joaquin M. Condall; cantó a dúo con el gran bolerista Miguel de Gonzalo ex integrante de la Sonora Matancera y la Orquesta de Aldemaro Romero, más tarde puso su sabor a la ranchera Que me castigue Dios, de José Alfredo Jiménez, la cual le abrió las puertas del éxito.
     En 1955 forma parte del cuarteto vocal del pianista Facundo Rivero, integrado por la Reina, Omara Portuondo, Isaura Mendoza y Gladys León. Al año siguiente actúa como solista en el programa “Alegría de Hatuey”, con la orquesta de Ernesto Duarte por radio Progreso.
     Conocida popularmente como la Reina del Guaguancó -nombre dado por la inolvidable y siempre recordada Rita Montaner-, al triunfo de la Revolución la vemos actuando al lado de Benny Moré en el Alí Bar y con Pacho Alonso en el Scherezada; dos grandes soneros de la Cuba revolucionaria.
     Ha participado en distintas producciones en los principales cabarets de su país; en radio, televisión y teatro; actuaciones en eventos oficiales para delegaciones extranjeras, instituciones culturales, políticas, de masa, y en centros de producción y docentes. En 1965 se presentó en el Olimpia de París, con un elenco formado por la Orquesta Aragón, Los Papines, Elena Burcke y Pello el Afrokán. Participó en los festivales de Música Popular Cubana y ha filmado los documentales La Rumba, Nosotros La Música y Celeste Mendoza.
     Celeste se ha distinguido por difundir la música cubana -rumba, guaguancó, bolero, guaracha y son- por distintos países como Estados Unidos, Panamá, Francia, Puerto Rico, Venezuela, URSS, RDA ex Alemania Democrática, Bulgaria y México entre otros. Por su trayectoria ha merecido diferentes distinciones y premios: El Crisol, Palma de Plata y la Orden Nacional Raúl Gómez García.
“Artísticamente, la característica más sobresaliente de Celeste- como señaló María Teresa Linares- es su voz: grave, potente, cálida, de timbre ríspido; su dominio del ritmo, sus rejuegos con el “rumbateo”, su rumbosa y galana expresión que domina el ambiente sonoro que se produce”.
     La Reina del Guaguancó cuando actúa domina el escenario, todos está pendientes de su voz, de los movimientos, de los movimientos de su cuerpo, de su más mínimo gesto. Es una artista competa con sabor y ritmo cubanos; ella es la Reina.

Discografía:
-       Celeste Mendoza. Rumba Records RLP – 5506
-       Celeste Mendoza. Eres diferente. BASF – 50.610. Cassette.
-       Celeste Mendoza. La Reina del Guaguancó. Color – 102-35162 Stereo
-       Celeste Mendoza con Sierra Maestra. EGREM

Bibliografía:
Celeste Mendoza. “La Reina del Guaguancó”. Nota discográfica. Color - 102-35162 Stereo
Vázquez, Omar. “La Reina Celeste”. En Resumen Semanal Granma. La Habana, Nº 39, 30 de septiembre de 1990, p.7.    

*ÁLVAREZ D´ ARMAS, Arturo. “La Reina del Guaguancó”. En: Cuartillas.

Maracay: 9 de junio de 1991. Cuerpo F. P. 7. (el siglo).